López Cristóbal

Su hijo, también llamado Santiago, decide dar un giro en los años 80 a su carrera en la empresa privada para dedicarse por completo a la agricultura. En ese momento él y su mujer Lola Cristóbal comienzar a plantar viñas.

Desde la creación de la bodega hay una apuesta clara por la viña, ya que consideran que es la mejor forma de conseguir vinos con calidad y longevidad, ofreciendo además una expresión de la Ribera del Duero sin maquillajes.

Como ejemplo de esta apuesta destacan sus viñedos viejos, de hasta 90 años, que se encuentran próximas a la bodega en el pago La Linde; así como una plantación de Albillo mayor con 30 años.