Jean-Claude Boisset fundó esta bodega homónima ubicada en Borgoña. El proyecto iniciado en 1961 ha evolucionado hasta elaborar vinos atípicos de gran elegancia que huyen de la tradición.
Hijo de maestros de escuela, Jean-Claude Boisset fundó en Grevrey-Chambertin su compañía de vinos iniciando así una aventura nueva para él. Esto lo hizo a muy temprana edad, sin embargo nunca le faltó el optimismo ni la tenacidad, incluso la suerte estuvo de su parte, un factor que siempre ha considerado de suma importancia.
La bodega se ubica en un antiguo convento de monjas ursulinas de la zona de Nuits Saint-Georges. Durante la Revolución Francesa éstas fueron perseguidas y se vieron obligadas a abandonar el convento. Desde la bodega cuentan que en el gran jardín amurallado se pueden escuchar murmullos cuando todo está en silencio. Mitos y leyendas aparte, tanto en los alojamientos del edificio como en las proximidades de los Premiers Crus la calma reina en el lugar.
Desde 2002 Grégory Patriat se convirtió en el viticultor oficial de la casa, aportando una visión más moderna y adoptando un rol protagonista donde él mismo elige las uvas más adecuadas. La filosofía de Grégory se puede resumir en tres conceptos: origen, pureza y elegancia.
El origen hace referencia a la importancia del terruño, mientras que la pureza se refiere a la manera de elaborar los vinos sin adulterar. La elegancia es el factor estrella, el que más caracteriza a los vinos de esta bodega ya que cuentan con un estilo moderno y con un valor diferencial.